intelectual
El diagnóstico de discapacidad intelectual no se basa únicamente en un cociente intelectual (CI) reducido, sino también en la presencia de dificultades en tres áreas fundamentales del funcionamiento adaptativo: el dominio conceptual, que incluye habilidades académicas como la memoria, el lenguaje, la lectura y las matemáticas; el dominio social, que abarca la capacidad para interactuar y relacionarse con otros, incluyendo la empatía, la comunicación interpersonal y el juicio social; y el dominio práctico, que se refiere a las habilidades necesarias para afrontar las demandas de la vida diaria, como el cuidado personal, la organización y la realización de tareas cotidianas. La gravedad de la discapacidad se clasifica en leve, moderada, grave o profunda, según el grado de apoyo que la persona necesita en su vida cotidiana.
Es importante destacar que la discapacidad intelectual no es una enfermedad, sino una condición permanente que, con el apoyo adecuado y la intervención temprana, permite que los niños desarrollen sus habilidades, aumenten su autonomía y participen activamente en la sociedad.
del Aprendizaje
Los trastornos específicos del aprendizaje dificultan que los niños aprendan y utilicen habilidades básicas como la lectura, la escritura o las matemáticas, a pesar de tener una capacidad intelectual adecuada.
Mi intervención se basa en estrategias respaldadas por la evidencia científica, adaptadas a las necesidades de cada niño. Trabajo mediante métodos como la enseñanza multisensorial, la estructuración sistemática de los aprendizajes y el uso del refuerzo positivo, con el objetivo de potenciar las habilidades existentes y desarrollar nuevas competencias.
Para la intervención en disfluencias combino técnicas fisiológicas para mejorar la fluidez del habla con estrategias psicológicas para reducir la ansiedad y fortalecer la confianza al comunicarse.
Además, considero fundamental la colaboración con las familias, ofreciendo pautas y recursos prácticos que permiten acompañar el aprendizaje en casa y consolidar los avances logrados en la intervención. Este enfoque integral busca no solo mejorar el rendimiento académico, sino también fortalecer la autoestima y la motivación del niño, favoreciendo un desarrollo global.
En los niños con TDAH en quienes predominan la hiperactividad y el control impulsivo limitado, se observa una mejora significativa cuando se implementan estructuras claras en el hogar, técnicas de crianza consistentes y límites bien definidos.
Mi enfoque como psicóloga se basa en terapias respaldadas por evidencia científica, incluyendo la terapia cognitivo-conductual (TCC), estrategias de autorregulación emocional y el entrenamiento en habilidades sociales. Además, trabajo de manera estrecha con las familias, proporcionando orientación y herramientas prácticas para manejar los desafíos cotidianos.
Cada intervención se adapta a las necesidades específicas de cada niño o niña, promoviendo un desarrollo equilibrado, reforzando sus habilidades y fortaleciendo su autoestima.
del espectro autista (TEA)
En los niños con Trastorno del Espectro Autista, la intervención temprana y estructurada es clave para favorecer su desarrollo y potenciar sus capacidades. Mi enfoque se centra en el Análisis Conductual Aplicado (ABA), un método respaldado por la evidencia científica que enseña habilidades cognitivas, sociales y conductuales de manera gradual y adaptada a cada niño o niña.
El ABA se basa en reforzar pequeños logros y construir progresivamente nuevas competencias, con el objetivo de mejorar, cambiar o desarrollar conductas específicas. Entre las áreas de trabajo se incluyen las habilidades sociales, de lenguaje y comunicación, académicas y de lectura, así como destrezas relacionadas con la autonomía personal y la vida diaria (como el autocuidado).
Asimismo, esta terapia resulta eficaz para reducir conductas que interfieren en el aprendizaje y la adaptación, como la agresión o la falta de control de impulsos, ofreciendo a los niños mayores oportunidades de progreso y participación en distintos entornos.
Los trastornos de la comunicación abarcan diversas dificultades que afectan la manera en que los niños comprenden, expresan o utilizan el lenguaje en su vida cotidiana.
En mi trabajo con niños que presentan dificultades en el lenguaje y la comunicación, adapto la intervención a las necesidades específicas de cada uno. El objetivo es favorecer la adquisición de habilidades lingüísticas, mejorar la claridad del habla y promover una comunicación eficaz en distintos contextos de la vida diaria.
Las sesiones incluyen actividades diseñadas para estimular la comprensión y la expresión verbal, el desarrollo del vocabulario, la estructuración del discurso y la mejora en la pronunciación. En el caso de dificultades relacionadas con la comunicación social, se utilizan técnicas que entrenan el uso del lenguaje en interacciones cotidianas, fomentando la empatía, la reciprocidad y la adaptación a diferentes situaciones comunicativas.
Cuando existen disfluencias, el abordaje combina técnicas fisiológicas —como la regulación de la respiración, el ritmo y la coordinación del habla— con estrategias psicológicas que ayudan a reducir la ansiedad, manejar la presión al hablar y fortalecer la confianza en la propia comunicación.
Este enfoque integral permite que los niños desarrollen herramientas prácticas y eficaces para comunicarse de manera más clara y segura.